martes, 20 de octubre de 2009

Discurso sobre publicidad.


Los adjetivos que podemos atribuir a la publicidad son extremadamente contrarios, comenzando por divertido, directo,impactante, sensible...hasta cruel, discriminatorio, aburrido, perverso, inmoral.
Debido a que no hemos conseguido llegar a un consenso, destacaremos dos opiniones diversas:

1. Según una parte del grupo, la publicidad es un método engañoso que busca su propio beneficio haciendonos creer una utopía.
Es un tipo de comunicación que observa y actúa desde una perspectiva conveniente, salvo cuando unicamente se dedica a informar, cuya función es concienciarnos sobre un tema que haya sido tratado en nuestra sociedad.
Según la otra parte, es considerada como un arte, que pretende convencerte para que adquieras ese producto, es toda una muestra de imaginación.

2. El tipo de publicidad que llama más nuestra atención es la que llega a transmitir algo realmente y no queda simplificado en un emisor, mensaje, canal y receptor si no que va más allá. Se centra en una función poética o estética, en la cual se busca no sólo lo que se dice si no cómo se dice y que añade a sus elementos de un modo especial y señalado los efectos.



Crítica de publicidad:

“La publicidad no es para artistas”

Nuestras felicitaciones para la publicidad: ha reconstruido el mundo, y nuestra más sincera acusación: lo destruyó. Al mismo tiempo que asimilamos una idea olvidamos las nuestras. La publicidad nos robó nuestras ideas y nos impuso la suyas, sustituyó el mundo de los artistas por el de los autómatas.

El anuncio se ha convertido en nuestra voz de la conciencia, nos dice lo que debemos y no debemos hacer, lo que es mejor para nosotros y aquello que nos va a perjudicar. Así entendido no podemos ver la publicidad como el malo de la película, en realidad se asemeja mucho a unos padres que se preocupan por su hijo ¿no? Os estamos engañando. La publicidad no es la madre de los consumidores, ella también nos engaña cada vez que se pone en acción. Nos hace creer en unas necesidades que no tenemos e intenta cubrirlas con productos o servicios que no existen.
Cuando vemos un anuncio de una “señorita ideal”, con medidas perfectas, sonrisa perfecta, chico perfecto, en fin, vida perfecta, queremos comprar ese yogur 0% en materia grasa que sujeta entre sus también perfectas manos. En realidad nosotros no necesitamos un yogur para adelgazar, ni si quiera queremos quitarnos las curvas, y ya tenemos a un chico más o menos ideal, pero después de este spot hay un antes y un después. Ya no queremos ser nosotras, queremos ser ella. ¿Lo peor de todo esto? Que ella no existe.

Hay que reconocer el mérito de haber creado un mundo imaginario, de necesidades que no existen y soluciones que tampoco existen. También hay que reconocer el delito de haberse cargado el mundo que ya existía, de personas que eran reales con sueños que… ¿por qué no? algún día podían hacerse realidad.
Murió ese mundo, ¡ojalá los artistas pudieran resucitar!

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